15 enero 2015

Costumbres en decadencia

Muchas de la memorias más significativas de mi niñez es recordar a mi mamá cocinar, disfrutar de la comida en familia, y luego conversar a gusto mientras hacíamos la sobre-mesa. La cocina,  así como el comedor, eran los punto de encuentro familiar.

Mi mamá siempre se ha levantado súper temprano y desde la mañana planea con consideración el almuerzo. Es todo un ritual, decidir qué hacer, reunir todos los ingredientes y luego, Oh my God! degustar la delicia de su sazón. Definitivamente, los aromas y sabores de esa cocina realmente unían a nuestra familia, le dábamos un poco de espacio a nuestras tareas para disfrutar juntos.

Y me encanta que esta costumbre haya continuado con el pasar de los años. No sólo el hecho de levantarme temprano y planear la comida, sino porque aún conservo la costumbre de comer en familia. A pesar del trajín diario, Omar, Fabio y yo, siempre tenemos la dicha de poder sentarnos juntos a comer, charlar sobre nuestras cosas y pasar un rato demasiado rico juntos. Me hace recordar tanto cuando era pequeña.

Quizás hoy en día la costumbre de comer en familia, en muchos hogares, pueda parecer anticuada, y entiendo que las circunstancias han cambiado y la rutina familiar no es la misma que en los tiempos de nuestra niñez. Las horas de trabajo, la cantidad de actividades fuera del hogar y los compromisos extra-escolares  de nuestros hijos fomentan la comida rápida y el hábito de comer con prisa, todo esto hace que muy pocas veces a la semana la familia se junte a comer.  

¿Sabían que comer juntos fortalece los valores familiares? 

  • Es un momento en donde podemos solidificar nuestras relaciones familiares y mejorarlas.
  • La mesa es el lugar ideal para que nuestros hijos se comuniquen regularmente con nosotros. Los niños aprenden a hablar y escuchar con respeto. 
  • La vida en familia da seguridad a los niños.
  • Comer en familia también contribuye a que los niños lleven vidas más sanas. El Centro Nacional de Adicciones y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, afirma que los jóvenes que comen en familia unas cinco veces por semana presentan menos problemas de ansiedad  y sacan mejores notas.

¿Cómo lograr que esto suceda?

Organización y voluntad . Adaptarnos al horario de cada integrante, esperarlo para comer juntos. La idea es tratar de sentarse todos en la mesa, por lo menos una vez al día. Sentarse  sin afanes,  sin radio, televisión, teléfono, ni redes sociales. 

Nunca es demasiado tarde. Iniciar el encuentro familiar el domingo puede ser el día más fácil de mantener e incluso con tiempo suficiente para cocinar algo especial. 

Todos juntos en la mesa, aprendiendo de cada uno, oyendo las tradiciones familiares, oyéndonos mutuamente . 

Comer en familia, para muchos, quizás no sea lo más fácil, pero debemos tomar en cuenta que nos proporciona una oportunidad para crear una experiencia significativa en la que construimos relaciones, recuerdos y una historia juntos, es algo con lo que nos mantendremos fuertes y a flote, dondequiera que estemos, en los próximos años.

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